Durante la década de los setenta comenzó la aparición de fuertes
críticas en contra de la teoría del capital humano.
La escuela no propiciaba la igualdad
social sino que cumplía justamente la función contraria, reproducía las
desigualdades sociales ya existentes. Este pensamiento estaba reflejado en la
teoría de la reproducción compartida por los pensadores Bourdieu, Passeron y
Bernstein. Éstos sostenían que a través de los sistemas educativos se daban
privilegios a las clases altas, estableciéndose un principio de selección. De
esta manera, emergía una reproducción de las clases sociales, produciéndose una
transmisión de la cultura de una forma determinada a través de las escuelas,
garantizando el éxito de las clases altas y el fracaso de las clases más bajas;
este tipo de sistema educativo impedía auge social de los individuos de clases
bajas.
El principal representante de esta crítica
fue Randall Collins, éste sostenía que la educación había adquirido una mejora
o inflación, pero que en realidad se trataba de una inflación artificial,
debido a que se había producido un crecimiento de la burocracia en el Estado y
en las grandes corporaciones, pero no se había producido un crecimiento en el
sistema productivo. Podríamos finalizar diciendo que para Collins la educación
debería actuar como recurso o estrategia de cada clase para poder luchar por el
poder en la sociedad.
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